jueves, 18 de noviembre de 2010

las historias tristes...


El domingo por la noche después de un día entero frente a la compu, Yunha y yo coordinamos una hora para reunirnos a trabajar la bendita reforma institucional de la UE. Llegó a mi residencia como a las 10.30pm. Subimos a la biblioteca y trabajamos como hasta las 12.30am. Mientras bajábamos por la escalera reparé en que no le ofrecí ni agua y recordé que en algún momento mencionó que tenía hambre... pero yo estaba muy concentrada. Decidí decirle que se quedara a cenar. Y así fue. Comimos biscotes con mermelada y leche... Y de repente ya habíamos empezado a hablar de nuestras vidas. Por lo general, suelo ser reservada respecto a cuestiones mías muy profundas. Suelo hablar mucho de mí, pero todo lo que digo públicamente es lo más externo y superfluo que tengo. Esa noche empecé a hablar de mí como hacía mucho tiempo no lo hacía y creo que ella también habló de sí misma sobre temas que hacía mucho no hablaba.
Me fui a dormir tranquila después de exteriorizar un poco de mí, mostrar mi fragilidad, como dice mi mamá. De repente no fue mi fragilidad, pero fue parte mía que no necesito ni quiero que todos conozcan. Es mi secreto de mujer, mi secreto de amiga, mi secreto de humana.
No pensé mucho en esa conversación hasta ayer en clase que se dio un Debate muy intenso respecto a la naturaleza de este trabajo que hicimos. Detrás mío había una chica y de repente empezó a ser muy agresiva en la discusión, la noté muy insolente, muy poco amable, muy tosca y, por alguna razón ajena a mí, evidentemente, me causó pena. Y empecé a escribir, no sobre ella, sino sobre las personas en general... Y escribí algo que decía esto:
todos tenemos una historia triste detrás: un amor no correspondido, un adiós para siempre, una negación de amor. Siempre hay 2 ó 3 personas que han marcado nuestras vidas.
Ciertamente, cuando accedemos al mundo de alguien, llegar a saber todo es complicado; sin embargo, no hay por qué detenernos a conocer a alguien por ello”.
Y recordé ahora eso de las historias tristes. No me dio pena, me causó sorpresa...

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