viernes, 25 de marzo de 2011

Las idas y venidas de los pasos lejanos!

Son dos viejos caminos blancos, curvos.
Por ellos va mi corazón a pie.
(Vallejo en Los pasos lejanos)

Ayer en mi clase de Moderna, nuestro profesor comentó sobre esto. Hablábamos en realidad sobre Maquiavelo, pero por esas cosas del destino de las clases terminamos en Vallejo y en su profundidad (dicho sea de paso… es algo que me encanta de las clases en la Católica: siempre terminamos en un tema más interesante que el de las clases). Nuestro profesor explicó brevemente cómo hay versos que pueden resumir lo que ni un ensayo podría. Este momento de la clase me trajo muchos recuerdos… muchas historias.
Lo primero es mi gusto por Vallejo. Cuando estaba en el colegio (no recuerdo qué año exactamente, pero me imagino que en 3º o 4º) adoraba a Vallejo. Leí toda su poesía (todo lo que encontré)… y quedé fascinada con Los Heraldos Negros. Era bastante chica, pero en ese tiempo tenía un don mucho más desarrollado (o mucho menos gastado) de leer entre líneas y de ir más allá de lo evidente (por así decirlo). Leí durante un par de años a Vallejo y, que ahora no me es posible explicar, lo dejé y casi prácticamente dejé de leer poesía.
Lo segundo es mi gusto por Benedetti. También por esos años cayó en mis manos La Tregua. También era muy chica para entenderlo cabalmente, o al menos eso pienso ahora… pero recuerdo que me gustó muchísimo. Que disfruté el romance Avellaneda y Martín (se me haría difícil llamarlo Santomé y a Avellaneda, Laura) y que me causó una profunda conmoción el desenlace. Es un libro al que he vuelto, no obstante, unas 4 ó 5 veces después de la primera vez de leerlo. La última vez fue hace 2 años, vez en que lo regalé, a pesar de ser una de mis posesiones más preciadas (porque consideré y aún consideró que ya no me pertenecía esa historia).
Lo tercero es mi gusto por Marcela Serrano. La leí también por esos años (que fueron, creo, mis años más productivos en cuanto a literatura se trata). La leí y, aquí sí estoy segura, no la entendí completamente. Enlazarme con la historia chilena fue un proceso difícil, pues encontré historias que escapaban totalmente de mi capacidad de comprensión. Hay cosas que ni qué (creo que lo dijo el Chavo). Pero fue bueno… fue bonito leer unos versos que jamás olvidaré y si contemplas llorando las estrellas y se te llena el alma de imposibles, es que mi soledad viene a besarte. Versos que el año pasado encontré en las historias de un muy buen amigo y me recordó mucho de lo que disfruté del libro y de lo que me hizo pensar acerca de la vida misma y el destino o la fortuna o lo que sea que finalmente cambia tan radicalmente el rumbo de la vida de muchas personas (en realidad, de todos... pero a veces ese destino es terrible y eso es lo que este libro mostraba un poco).
Lo cuarto, que ya no se relacione cronológicamente sino se relaciona con esto llamando literatura o como quiera llamarse (desde que entré a la univ. todos los conceptos que creía que eran ciertos y eran casi dogmas… se me cayeron al subsuelo) es mi gusto por Gabriel García Márquez. Llegué a Gabo en una primera oportunidad por su libro autobiográfico (que aún no he terminado y es un pendiente en mi lista de libros). No la terminé porque no tuve tiempo y… en fin… no estaría preparada, de repente. Regresé en el 2006, año en que no sabía qué hacer con mi vida, año en el que conocí maravillosos amigos. El 2006, mi amiga de la academia y yo decidimos aventurarnos en la literatura y nos hicimos regalos de libros. Ella me regaló y me autografió El amor en los tiempos del cólera. Leí el libro con una rapidez inigualable. En dos días había acabado con todo y empezaba la relectura. Fue un libro que me inspiró muchos sueños e ideales. Y que aún conservo en las paredes de mi cuarto (pero esto es una historia más larga y no podré contarla en esta oportunidad). Disfruté de los delirios de Florentino y los desplantes de Fermina, hasta el final feliz (no sé qué tan feliz, pero digamos que un final conmovedor). Después de eso leí un par de libros más de Gabo y nunca me aventuré a Cien años de soledad, a pesar de ser su máxima obra.
En este recorrido, mejor dicho, en este pequeño boceto sobre libros que se relacionan con momentos de inflexión en mi vida (no mencionados totalmente)… recorrí un poco de los cambios que he dado con el pasar del tiempo. He cambiado mucho en los últimos años, como todos, claro! Pero no me refiero al simple hecho de cambiar, creo que he ido dando cambios radicales en mi vida de manera constante e inconstante a la vez… porque lo constante ha sido el cambio, pero lo inconstante ha sido el contraste entre etapa y etapa.
Los libros llegan en un momento preciso. Y todos estos que he mencionado han llegado y regresado en momentos precisos… Aparentemente Vallejo regresará, no sé ahora por qué razón exacta!

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