lunes, 4 de octubre de 2010

Viaje a Oporto

Cada salida del entorno que uno ha creado supone un choque con otra forma de ver la vida y de entender el mundo... este choque lo notamos desde que sentimos que hay algo diferente a nuestro referente común o más habitual.
En cada viaje siento que intento descubrirme un poco más. De repente, creo que intento escarbar más a fondo en mí... en cada salida de mi entorno soy capaz de reconocerme como diferente en algo y sentirme con más acceso a mi propio ser. No siempre tengo la oportunidad de concientemente pensarlo, pero estoy segura que detrás está eso.

Este viaje fue y no fue la excepción. Lo antes mencionado se cumplió (no excepción); sin embargo, el viaje contó con un sinnúmero de experiencias diferentes, raras e, incluso, que me enajenaron por momentos (la excepción). No tengo un recuerdo total. Los recuerdos que conservo prefieron mantenerlos para mí.
Conocí otro país... conocí Portugal... un país que no estaba en mi lista de los 10 preferidos o algo así (si podemos hablar de un ranking de países)... tampoco de los menos. Simplemente no estaba dentro de mis planes concientes y posibles ¿Por qué? De repente porque no se oye tanto como se oye de la Torre Eiffel, el Museo del Prado, el Coliseo Romano o el Puerto de Hamburgo... y sí. Ese es un grave error del viajero principiante como yo: creer que de lo que se habla/comenta/visita mucho es lo mejor (muchas veces lo es, no hay tantos idiotas en el mundo :P).
Oporto nos recibió con cariño y espero yo también haber entregado un poco de ello. Las construcciones fueron muy parecidas a casas antiguas del Centro de Lima; no obstante, tenían azulejos también. Un estilo muy raro, pero simpático.
El río interminable se conjugaba con el cielo, las casas y unos puentes que hacían parecer que la mano del hombre, en efecto, ha sido capaz de construir obras apoteósicas.

Caminamos mucho, sentimos el aire fresco, compartimos un bonito momento. Bordeamos el río a recomendación de Leo (y que, en primera instancia, me pareció medio caprichoso de su parte querer ver el río... luego me di cuenta que fue una buena decisión, de cualquier forma, no se lo diré).

Ya es tarde... las anécdotas las dejó para luego o para el recuerdo, mientras tanto debo dormir e intentar entrar a la habitación de puntillas pues Ale ya debe estar durmiendo.

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